Su arte es parte inseparable de su personalidad y estilo de vida. Proporciona una destilación de la historia de su vida. Cada obra hace referencia a una etapa de la vida del artista y de sus vivencias.
De una vida que parecía condenada a desarrollarse en las sombras o en la oscuridad, el artista ha luchado hacia la luz. Su estilo de pintura expresionista revela la necesidad de manifestarse. El inconsciente se convierte en el centro de sus obras. Los elementos figurativos surgen de forma sugerente a partir de los colores y la forma de las líneas. Pintar para él, es una acción espontánea, en la que integra elementos de su vida pasada y presente, como pensamientos, experiencias, intercambios. Guiones escritos a mano, dibujos antiguos, pinturas infantiles, criaturas mitad humanas, mitad animales hacen que sus pinturas sean abstractas, líricas, juegos de colores fuertes y extravagantes, expresivos y místicos. La pintura también está orquestando para Marthijn de Groot. Por muy bidimensional que sea el lienzo, el artista sabe crear un espectáculo vivo, un final de ópera sobrecogedor, un orgasmo de pintura, una apoteosis en la que los extremos se encuentran.
Marthijn de Groot también trabaja como ceramista. Con ello puede cambiar su forma de expresión y realizar dibujos tridimensionales en esculturas. Realiza obras, a las que llama “muros”, cuencos de cerámica y figuras abstractas. El cielo y el infierno, la luz y la oscuridad, el hombre y la mujer, la vida y la muerte, la belleza y la decadencia, el silencio absoluto y los gritos aterradores se enfrentan. Pintar es pensar y trabajar en los extremos.
